miércoles, 8 de agosto de 2007

14. El Remanso S.A.

Martín había estudiado los papeles de Claudia Giménez y comprobó varias cosas. El cuñado habia transferido las acciones de su mujer con un poder especial, a una sociedad llamada el Remanso S.A., a su vez propiedad de otra radicada en Uruguay, llamada E.R. S.A., que tenia un objeto social amplísimo, inusual en la Argentina; se había quedado como gerente y le pagaban una remuneracion altísima, casi exorbitante. Claudia habia firmado las actas correspondientes. Los estatutos lo permitian. Se habia publicado en el Boletin Oficial la venta y los edictos. Martin pensó que todo era simplemente para reducir la carga impositiva que la aplicacion de las leyes uruguayas permitía.
Nada surgia de la documentacion existente sobre quiénes eran los dueños de El Remanso S.A.
Estaban exportando mucho de acuerdo a los números que vió. Un 45% más que el año pasado. Un gran aumento en realidad.
Había varias notificaciones de solicitud de aumento de capital de la empresa dirigidas a Claudia, pero eran cartas comunes, no tenian valor legal. Debia ocuparse de ese tema antes de que su cliente perdiera el 50% del capital y de los votos de la Asamblea de Accionistas. Eso debia resolverse en una próxima Asamblea con ella, su cuñado y un tercero que tenia el 3% de las acciones y que probablemente fuera era un prestanombre de su cuñado o de otro.
-Se ve que les esta yendo bien. Muy bien. Quieren ampliar el capital...
Le sonaba el nombre de El Remanso. Averiguaria más aunque le iba a costar porque la sociedad controlante estaba radicada en Uruguay.
-Che gordo, -dijo Martin asomándose al despacho de Eduardo que estudiaba una voluminosa carpeta.
-Enano no te olvides de que hoy te reviento en el frontón.
-Si, hasta estoy dispuesto a ir a menos para que no lo pases tan mal.
-No te agrandes, eh, que apenas me habrás ganado… unas… cuarenta veces este año. Te voy a dar una paliza como nunca en tu vida.
-Este juego es una de mis tareas caritativas de la semana. Además cuarenta, de cuarenta y cinco partidos que calculo jugamos este año, no está nada mal.
-No te hagas el vivo. ¿Qué hay? dijo Eduardo bufando.
-Necesito de tus contactos en Uruguay por los papeles de Giménez Lorea.
-La viudita...
-Si.
-Bueno dejáme ver si encuentro al tipo ese de Montevideo.
-Eduardo, al salir Martín, marcó un número de Montevideo, en la Ciudad Vieja. En realidad Eduardo era capaz de hacer cualquier cosa por Martín. Literalmente le había salvado la vida y sufría porque sabía que no su amigo no estaba bien ¿Sería esa mujer?. Se sentía un inútil tratándo de ayudarlo. –Soy demasiado bruto para estas cosas- se lamentaba, pero pensaba muy seguido qué cosa podía hacer por él.
A las siete empezaron a jugar a la paleta. A los quince minutos, Eduardo se detuvo en seco, parecía que hubiera metido una pierna en un agujero con cemento.
-Es la rodilla, me crujió y no la puedo mover –dijo con gesto de dolor Eduardo.
-Fueron al hospital en donde le sacaron radiografias y le hicieron una ecografía.
-Son los ligamentos- dijo el médico. No más paleta para Ud.
-Para tratar de distraerlo, Martín dijo: -Bueno gordo, podes jugar al ajedrez.
-Eduardo lo partió al medio con la mirada pero enseguida capto la intención de su amigo. Martín siguió -Ya algo se nos va a ocurrir ¿Natación: Cómo lo ves?
-Podría ser -dijo Eduardo con la voz apagada y mirando al suelo.
-Martín recordó que el lunes le tocaba a él ver a su médico.
Lo sentia por el gordo que disfrutaba especialmente de la actividad fisica. Además el deporte había sido uno de los pilares de su recuperación del alcoholismo y no quería dejarlo solo en ésta, era su amigo.
Martín tenía pocos amigos, pero se tomaba esa palabra muy en serio, casi le tenía respeto: Amigo.