domingo, 9 de septiembre de 2007

23. ¿Sillón o diván?

Eran las cinco de la tarde y dudó bastante antes de entrar. No solo por la clase de persona con la que se encontraría allí sino por la otra persona con la que, en teoría, tendría que enfrentarse como consecuencia de todo aquello: él mismo.
El consultorio era bastante antiguo, las paredes incluso mostraban la pintura un poco descascarada y los muebles hacían juego con las paredes. Esperó sentado en un sillón en donde casi se quedó dormido–buena señal -se dijo –quiere decir que no estoy tan nervioso.
El Dr. Víctor Aguirre apareció por una puerta, delgado, de unos sesenta y cinco o setenta años, con el pelo blanco y cierto aire despistado. Se dirigió a él con una franca sonrisa.
-Martín pensó inmediatamente –este tipo no me va a ayudar… No me va a ayudar…. -Lo veía demasiado viejo como para entender su problemática de tipo de cuarenta años -en fin, veremos, se dijo resignado.
-Mucho gusto, Hugo me habló de usted –dijo el doctor.
-Ah, si. Muy considerado de su parte, gracias.
-Hugo es una gran persona y a veces atiendo gente que él me manda. Ya casi no tengo pacientes, ahora me dedico a mis nietos, son once, pero por favor, pase, póngase cómodo.
-Martín vio dos sillones enfrentados y un diván. Pensó – ¿Pretenderá que me acueste en ese diván?
-Venga, aquí –señaló con la mano el anciano médico, cosa que hizo que Martín mirara de reojo al diván.
-El Dr. Víctor le dijo, detectando la mirada y el significado -ese diván es donde descanso después de almorzar. A veces me quedo dormido con algún libro ahí.
Todas las paredes estaban ocupadas por libros, salvo por las ventanas y algunos diplomas académicos.
-Bueno, hijo, que lo trae por aquí.
-No se por dónde empezar.
-Siempre es lo mismo, por el principio o por donde se pueda, dijo condescendiente.
-Creo que estoy mal por la edad que voy a cumplir, por algunas cosas de mi vida que no he asumido bien y algunas rutinas que… bueno me molestan.
-¿Qué edad vas a cumplir?- Martín se sorprendió gratamente por el tuteo, pensaba que esta clase de médicos ponían mucha distancia con sus pacientes.
-Cuarenta.
-Vaya, edad. Se podría decir que es la mitad de la vida.
-Mientras hablaba, Martín notó que el hombre no lo hacía como repitiendo algo sabido sino como si fuera una especie de reflexión elaborada en el momento.
-Por favor contáme cómo es tu familia y lo que hacés.
Martín hizo un resumen de lo que le había preguntado el médico pero cuando habló sobre Lucía dijo que tenía “solo” una hija.
-¿Porqué decís “solo” una hija?
-Uf, este tipo sabe en donde meter la cuchara eh -pensó Martín –Ese es un tema sobre el cual le tendría que hablar también.
-No te preocupes, vamos por partes, le dijo sonriendo el doctor.
-¿Tus padres? Te preguntaba porque no mencionaste nada de ellos.
-Martín tardó algo en responder -No tengo.
-Ah -el doctor captó la mirada sombría de Martín y no dijo más sobre eso pero le preguntó otra cosa ¿Estás contento con tu trabajo?
-Eh, si… creo que si -Martín se dio cuenta de que no había sonado muy convincente -creo que ahora lo veo como algo bastante rutinario, a veces pienso en revisar algunas cosas… -Martín vio que sus rutinas no eran solamente laborales sino que iban bastante más allá y habían estropeado su relación con Mariana -En realidad pienso que hay algunas otras cosas que podría cambiar.
-El hecho de que estés aquí ya significa un deseo de cambiar y que lo hables con quien pienses que te pueda ayudar, también resulta positivo.
-Martín no tuvo más remedio que asentir a eso. Desde que había hablado con Mariana, la relación había cambiado sustancialmente, podía decir que estaba feliz en ese aspecto.
-Bueno, antes que nada, si te parece bien, quisiera que hiciéramos un psicodiagnóstico, le dijo el doctor.
-Nunca hice ninguno.
-No te preocupes, es algo que bien hecho muestra muchas cosas, está compuesto por una serie de test.
-El doctor le dio los datos de la persona especialista.
-Cuando tengas esto nos volvemos a ver. Va ayudar a que sepamos mejor lo que sucede. Mi función sería, siempre que vos quieras, acompañarte en parte del proceso pero el camino ya lo empezaste vos ye so es algo muy esperanzador.
- Martín perdió la noción del tiempo mientras hablaron.
-Cuando se dispuso a salir eran como las 20.30.
-Adiós doctor.
-Por favor, llamáme Víctor, Martín.
-En el camino a su casa Martín pensó que el tipo parecía saber lo que hacía y que él lo había prejuzgado. Se sentía extraño como si hubiera tomado consciencia del principio de algo. Ahora había que ver como seguía.
Nada tonto había sido el cura Hugo con la elección de la persona y es estilo, pero no quería adelantarse, por ahora estaba satisfecho.